Imagen: Twitter @UEencolombia
Años atrás, Colombia, le había solicitado a la Unión Europea (UE), el reconocimiento del bocadillo veleño como colombiano, pero no fue hasta el pasado 16 de noviembre (2022) cuando finalmente, se anunció la inclusión del producto en la lista de productos agrícolas y alimentos del Acuerdo Comercial de nuestro país.
El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, entidad que promueve la exportación de productos no minero energéticos, fue el encargado de entregar esta buena noticia. Actualmente, el bocadillo está protegido por la legislación comunitaria vigente como un producto con indicación geográfica.
A través de un comunicado de MinComercio, el viceministro de Comercio Exterior, Luis Felipe Quintero Suárez, explicó que esto significa que la Unión Europea está reconociendo la reputación, las calidades y las características específicas de este producto colombiano, lo cual dará mayor valor al bocadillo y facilitará su comercio alrededor del mundo. (Primer Festival Virtual del Bocadillo ayudó a cerca de 6 mil familias campesinas)
Con esta declaración, en total ya 14 los productos colombianos a los que la UE, les reconoce la denominación de origen, allí también se encuentran: cafés de Colombia, del Cauca, de Nariño, del Huila y de Santander; la Cholupa y el Bizcocho de Achira del Huila; los quesos Paipa y del Caquetá; el Clavel de Colombia, la Rosa de Colombia, el Crisantemo de Colombia y el Arroz de la Meseta.
El bocadillo veleño nació en Vélez, Santander y Ricaurte en Boyacá, como resultado de proyectos que buscaban conservar y explorar el sabor y las propiedades de la guayaba, una fruta muy popular en el país y que cuenta con grandes nutrientes. (En medio del festival regional de Santander se elaboró el bocadillo más grande del país)
“Como estoy inmediato a Vélez, me tomo la libertad de mandar a usted, con un peón que saldrá mañana, una arroba de bocadillos y un zurroncito del célebre masato blanco para que se lo coma en mi nombre”, escribió el prócer de la Independencia, así decía la carta escrita por Antonio Nariño y enviada a Manuel Quijano, el 27 de noviembre de 1823, que denota la importancia cultural del producto en la historia.
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