En medio de la obligación del uso de tapabocas como mecanismo de protección contra el contagio del COVID-19, medida que cada vez es más exigida por las autoridades, la revista ‘Science Advance’ publicó una investigación de la Universidad de Duke (Estados Unidos) en el que evaluó 14 alternativas comúnmente disponibles, entre las que incluyeron la N95, que es usada por especialistas médicos, para medir su efectividad al momento de proteger a las personas. (La estrategia de un profesor y médico de Harvard para frenar el coronavirus en semanas)
Los investigadores diseñaron una técnica que según indican “puede ser construida y operada por personas no expertas” para evaluar si los tapabocas son capaces de filtrar las gotículas que expulsan las personas cuando hablan, estornudan y tosen. Para ello usaron una caja negra y en ella pasaba un rayo láser que formó una delgada luz, mientras que un orificio los usuarios con los distintos estilos de tapabocas repetían una frase que eran grabadas al otro extremo por una cámara de teléfono celular que hizo el registro de la dispersión de la luz por las gotas expulsadas. (Prometedores avances del tratamiento de plasma para tratar el COVID-19 en Colombia)
“La cámara se utilizó para grabar un video de aproximadamente 40 segundos de duración para registrar las gotas emitidas al hablar. Los primeros 10 segundos del video sirven como línea de base. En los siguientes 10 segundos, el usuario de la máscara repitió la frase ‘Manténgase saludable, gente’ cinco veces (habla), después de lo cual la cámara siguió grabando durante 20 s adicionales. Para cada máscara y para la prueba de control, este protocolo se repitió 10 veces. Usamos un algoritmo de computadora para contar la cantidad de partículas dentro de cada video”, explicaron los investigadores en su publicación.
Entre los tapabocas evaluados estuvieron desde los N95, recomendado para personas expuesta al coronavirus, los quirúrgicos convencionales, los hechos de tela (algodón), hasta pañuelos, bufandas, bandanas y cuelleras, usadas comúnmente por ciclistas. La respuesta de efectividad dejó resultados contundentes para contener esas gotas de dispersión por las que se genera el contagio del coronavirus. (En octubre podría empezar la producción masiva de la vacuna contra el COVID-19)
Los investigadores indicaron que los tapabocas más seguros “fueron los N95 bien ajustados, las mascarillas quirúrgicas de tres capas y los de algodón que muchas personas han hecho en casa”, mientras que los menos efectivos para proteger son las cuelleras que por su material de elaboración dividen las gotas en partículas muy chicas que quedan suspendidas en el aire muy fácilmente. Así mismo las bandanas, pañoletas y máscaras de tejido tuvieron un mal desempeño y mostró que exponen a quienes las usan.
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