Imagen suministrada
Esta realidad se refleja en cifras alarmantes: las personas insuficientemente activas tienen entre un 20 % y un 30 % más de riesgo de muerte en comparación con aquellas que practican ejercicio regularmente, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Además, los programas de fisioterapia que combinan ejercicios de fuerza y equilibrio pueden reducir el riesgo de caídas en adultos mayores entre un 23 % y un 31 %.
A nivel mundial, existe también una brecha de género: las mujeres son menos activas (32 %) que los hombres (23 %), y esta disminución se acentúa con la edad en la mayoría de los países. Frente a este panorama, surge una nueva visión de la fisioterapia que cambia el paradigma: más allá de resignarse al dolor, al debilitamiento muscular y a la dependencia, cada vez más adultos descubren que moverse bien puede marcar la diferencia entre una vejez limitada y una vida activa, libre y sin dolor.
Durante años se ha asumido que los dolores de espalda, rodillas o cuello son una consecuencia natural del envejecimiento. Sin embargo:
La fisioterapeuta Vanny Pulgarín, egresada de la Universidad María Cano y con maestría en Traumatología de la Universidad Pontificia de Salamanca (Madrid), lidera una iniciativa orientada a educar, prevenir y transformar el dolor en movimiento. Para ella, “el dolor no debe asumirse como una condena inevitable al llegar a la adultez, sino como una señal de alerta que puede —y debe— abordarse con herramientas concretas y eficaces”.
El proceso de envejecimiento implica varios cambios:
Con movimiento consciente y fisioterapia personalizada, es posible contrarrestar estos efectos, prevenir caídas, recuperar la independencia y volver a habitar el cuerpo con vitalidad y autonomía.
Hoy en día, el 85 % de los trabajadores permanece más de seis horas al día sentado. Muchas personas mayores adoptan una rutina pasiva frente al sofá, debilitando progresivamente su sistema musculoesquelético. Este deterioro no solo causa dolor físico, sino que también impacta psicológicamente, generando aislamiento, pérdida de confianza y desconexión social.
Moverse correctamente no solo mejora la salud física, sino que también reduce la ansiedad hasta en un 40 %, según estudios de la Harvard Medical School. “Moverse mal duele. Pero moverse bien sana. Nuestro cuerpo está hecho para moverse y, al hacerlo de forma consciente, no solo aliviamos el dolor, sino que recuperamos nuestra energía vital”, afirma Pulgarín. Su propuesta se centra en:
Este enfoque representa una forma accesible y real de biohacking: aprovechar el poder del cuerpo para generar bienestar sin necesidad de fármacos ni tecnología costosa.
La fisioterapia no es solo un recurso de rehabilitación posterior a una lesión; es una ciencia al servicio del bienestar físico y emocional en todas las etapas de la vida. Sus beneficios en la adultez y la tercera edad incluyen:
“No se trata solo de eliminar el dolor. Se trata de recuperar la autonomía, volver a caminar sin miedo, levantar a un nieto, salir a compartir sin limitaciones. En definitiva, se trata de volver a vivir en un cuerpo que responde, que acompaña, que no duele”, concluye Pulgarín.
La pérdida de movilidad en la tercera edad puede atribuirse no solo a factores físicos (artritis, osteoporosis, sarcopenia), sino también a aspectos psicológicos y sociales. Por ello, el enfoque de la fisioterapia es:
Mantener o devolver la autonomía del paciente no solo mejora su calidad de vida, sino que previene la dependencia y evita complicaciones derivadas del sedentarismo.
La falta de equipamiento no debe ser excusa. Es posible utilizar objetos cotidianos para poner en práctica una rutina básica de movimiento consciente:
Estos ejercicios son solo un punto de partida. Lo ideal es contar con la guía de un fisioterapeuta para adaptar la rutina a las necesidades individuales y evitar lesiones.
Envejecer no significa deteriorarse ni resignarse al dolor. El movimiento consciente y la fisioterapia activa y personalizada ofrecen una respuesta concreta para quienes desean no solo vivir más, sino vivir mejor. Al abordar el dolor como una señal de alerta, es posible prevenir complicaciones, recuperar la autonomía y disfrutar plenamente de las actividades diarias.
Recuerde: el cuerpo está hecho para moverse. Aproveche cada oportunidad para activarse, corregir hábitos dañinos y reconectarse con su bienestar físico y emocional. Así, podrá experimentar una adultez plena, sin dolor y con la libertad de compartir momentos de calidad con sus seres queridos.
Adiós a Carmenza Duque, voz inolvidable de Colombia: la cantante de ‘La Potra Zaina’ falleció a los 74 años. Colombia…
Nuestros ojos son un órgano vital que, a lo largo del tiempo, está expuesto a múltiples factores que pueden afectar…
Más de 1.500 personas en La Guajira ahora tienen acceso a agua segura gracias a la alianza entre P&G y…
Credicorp invita a jóvenes a presentar ideas que impulsen la participación ciudadana en Latinoamérica Más de 11 mil jóvenes de…
Providencia, líder en la agroindustria de la caña de azúcar en Colombia, ha reinventado antiguos vagones de carga para convertirlos…
Que las copias hagan fila: la solidaridad colombiana respalda a Frisby en su batalla legal. La reciente suplantación de la…