La bióloga Ana María Morales cree que en América del Sur no hay más de mil águilas reales, y Colombia solo alberga cerca de 100 ejemplares. Ese animal hermoso e imponente, vive en nidos que hacen entre los 1.700 y los 3.700 metros sobre el nivel del mar, y es considerada la segunda ave, después del águila arpía, más grande y poderosa de Sudamérica. Su hábitat común en nuestro país es el bosque alto andino, y lamentablemente ya se perdió en un 70%. “Al deforestar, el águila entra en más contacto con la gente, asentamientos humanos y animales domésticos, como gallinas, pavos y gatos”. (Video: cámaras trampa registran un grupo de cóndores y águilas en Santander)
Precisamente esta necesidad de bajar a tierras no tan montañosas para conseguir alimento, es uno de los factores que está causando que sean cazadas por algunos pobladores que ven amenazadas sus valiosas pertenencias, como son las gallinas. “Recuerdo que, en Perijá, una señora se asustó tanto solo con ver al águila, con esos ojos amarillos impresionantes que tiene, que le dio un palazo y la mató. Y es entendible, porque la gente depende de sus pollos”, comentó Ana María a El Espectador, y afirma que conocer si en su dieta están las gallinas, es importante para saber si en realidad son o no una amenaza para estas aves de corral y, por consiguiente, para sus propietarios quienes ven afectados sus ingresos económicos e insumos alimenticios. (Colombia hará el primer censo del cóndor de los Andes para conservar la especie)
El trabajo de esta bióloga colombiana ha dado valiosos resultados, porque ha seguido el rastro a un nido de águila real de montaña en el municipio de Cañasgordas, Antioquia. Es un trabajo que ha realizado junto a Juan Diego Quiroz, un guía local que la ha ayudado con el proceso. (El águila arpía es una de las aves más grande de Colombia ¡Así la salvan para evitar su extinción!)
Han identificado, entre otros comportamientos que: cada dos años la especie pone un huevo, a los ocho meses la cría recibe su primera lección de caza y cambian de montaña con el tiempo. Morales viajó a Estados Unidos por una beca deportiva pensando que se dedicaría al golf, conoció las aves rapaces empezando a estudiarlas y rehabilitándolas; ahora también disfruta de la cetrería, la técnica con la que se les enseña a las aves rapaces a cazar y capturar presas bajo la guía de una persona.
*Con información de El Espectador.
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