Moisés Moreno es un campesino residente en uno de los pueblos más concurridos de Boyacá, Monguí, donde en el 2020 inició un proyecto de admirar y que demuestra su amor por el medio ambiente: un vivero de frailejones.
Con nada más que su pasión por esta planta, indispensable para la preservación de los páramos colombianos que son fuente de agua y vida, este ciudadano se armó con sus conocimientos de la tierra y emprendió la difícil, pero noble tarea, de concientizar a quienes más pueda sobre su importancia. (Descubren nueva especie de frailejón en Colombia)
La historia de Moisés Moreno fue dada a conocer por la Radio Nacional de Colombia, a través de Diego Cuervo Escobar, quienes visitaron al protagonista en su municipio para ser testigos de lo que el ambientalista de profesión empírico ha logrado en menos de dos años.
“En Sudamérica llamamos a los páramos ‘los pulmones del mundo’, porque limpian el aire y también producen agua. Por eso la importancia de cuidarlos y preservarlos”, explicó Moisés para el medio citado; entendiendo esta tarea de los frailejones, hoy trabaja en su vivero.
Se trata de una especie de huerta especial para que esta florezca y así, las personas los puedan adoptar para llenar el páramo de Ocetá en Boyacá, uno de los más bonitos de Colombia, ubicado a 4 mil metros de altura sobre el nivel del mar. (El páramo del Almorzadero en Santander es la guardería de frailejones en Colombia)
Si usted desea ser testigo de este hogar de paso para frailejones, lo puede visitar en la vereda Pericos, a unas cuatro horas caminando del páramo; la estructura tiene 5×5 metros aproximadamente, hecha con madera, y que alberga una riqueza para el medio ambiente.
“El que cultivamos aquí es el frailejón grandifloro, conocido también como frailejón amarillo, una de las especies más importantes de los páramos porque, al ser más peluda, produce más agua que las demás”, añade Moisés para la Radio Nacional de Colombia.
Con esta noble labor ha logrado plantar más de 1.200 frailejones con la ayuda de más personas y ha impulsado su adopción de una forma hermosa: las personas acuden, escogen su planta, le ponen nombre y luego se siembran.
“Es la primera vez en la vida que siembro un frailejón y se llama ‘Estrella del oriente’. Estoy muy feliz. Me encantó la experiencia y se la recomendaría a todas las personas”, fue el testimonio de Camila, una de las personas que llegó a la adopción.
Se espera que la historia de Moisés llegue a muchos, para que se comprenda el papel fundamental de los frailejones y se cuiden con todo el cariño que él le les da.
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