El Parque Forestal Embalse Neusa vive una situación complicada al tener una zona con un bosque senescente (que comienza a envejecer) conformado por plántulas de pino, una especie exótica que con el paso de los años causa afectaciones tanto al suelo como al desarrollo de la fauna. Es por eso que el CAR Cundinamarca empezará la siembra de dos mil árboles por hectárea en las 47 hectáreas de extensión en este parque, con lo que se plantea una restauración con más de 95 mil árboles. Se estima que en los próximos 12 meses este ecosistema de la sabana de Bogotá ya haya iniciado su proceso de rehabilitación con el establecimiento de las nuevas especies. (Así comienza la reapertura gradual de los Parques Nacionales Naturales de Colombia)
Con base en el resultado de un convenio firmado con la Universidad Javeriana, la Corporación junto con la Fundación Yarumo, identificó 18 especies aptas para plantar árboles en esta zona, entre ellas: Aliso, Arrayán, Cedro, Cerezo, Ciro, Cucharo y Duraznillo, entre otras que son propicias para procesos de restauración ecológica en bosque alto andino y zonas de páramo. (Colombia tiene cerca del 50% de los páramos en el mundo y hace un llamado para cuidarlos)
La especie Aliso, por ejemplo, se adapta en suelos mal drenados, es de rápido crecimiento, fijadora de nitrógeno e inductora de procesos de restauración en bosques secundarios; mientras que el Ciro es una especie apta para la recuperación de los suelos, para el control de la erosión y para la restauración de bosques, además soporta sequías y suelos poco profundos y erosionados.
La CAR Cundinamarca busca la restauración de este parque forestal, donde las hojas características de los pinos, denominadas acículas, al quedar depositadas formaron un colchón de hasta 40 centímetros sobre el suelo, lo que perdura a lo largo de los años sin descomponerse, impidiendo la actividad biológica. (Boyacá se compromete con la restauración de los páramos y la siembra de árboles nativos)
Además, el pino presenta características alelopáticas, es decir, que produce uno o más compuestos bioquímicos que influyen en el crecimiento, supervivencia o reproducción de otros organismos. Asimismo, tiene grandes requerimientos de agua y no permite el establecimiento de especies autóctonas, limitando la regeneración natural del bosque nativo, restringiendo la biodiversidad. Incluso, expertos de la entidad advierten que la mayoría de estos árboles presentan raíces superficiales y mal desarrolladas.
“La presencia de fuertes vientos con velocidades de hasta 30 metros por segundo en los periodos lluviosos causan el volcamiento de un alto número de individuos, que al tener alturas que superan los 20 metros generan un efecto dominó, lo que representa un riesgo para los visitantes de esta zona”, explicó Miguel Ángel Lizarazo, ingeniero forestal de la Dirección de Gestión de Ordenamiento Ambiental y Territorial de la CAR Cundinamarca.
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