Su infancia estuvo marcada por el campo boyacense, pues vivieron en la vereda La Concepción del vecino municipio de Cómbita, donde ayudaba a su familia en las labores agrícolas; a los 7 años, Nairo tomó más responsabilidades en casa, luego de que su papá sufriera un accidente que lo dejó en condición de discapacidad.
A los 15 años recibió un regalo de su padre que le cambiaría la vida, aunque él todavía no lo sabía: una bicicleta. La idea era que la usara para ir a la escuela, ubicada en el municipio de Arcabuco, a unos 21 kilómetros en terreno de descenso y otro tanto cuesta arriba a la vuelta, con una pendiente hasta del 8%.
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