Las personas ciegas que, a pesar de no ver, llevan su vida cotidiana con normalidad son verdaderamente admirables. Afrontan desafíos diarios y superan obstáculos sin la capacidad de ver, pero demuestran una fortaleza y determinación extraordinarias.
Estas personas han desarrollado habilidades excepcionales para adaptarse a su entorno y confiar en sus otros sentidos, como el oído, el tacto y el olfato, para navegar por el mundo que les rodea. Utilizan herramientas y técnicas especiales, como el uso del bastón blanco o la lectura y escritura en braille, para acceder a la información y comunicarse con los demás.
Una de las cualidades más notables de las personas ciegas es su capacidad de independencia. Aprenden a realizar tareas cotidianas, como vestirse, cocinar, caminar y desplazarse por la ciudad, sin depender de la visión. A través de la memoria, la orientación espacial y la adaptación táctil, logran llevar a cabo estas actividades con seguridad y eficiencia.
Además, desarrollan una perspectiva única y una sensibilidad especial hacia el mundo que les rodea. Aprecian y valoran de manera intensa los sonidos, los aromas, las texturas y las experiencias táctiles. A través de su enfoque en los demás sentidos, son capaces de captar detalles y matices que a menudo pasan desapercibidos para aquellos que tienen la capacidad de ver.
Pero lo logrado por Pacho Kantt, el piloto ciego peruano, es de otro nivel: no solo domina a la perfección sus demás sentidos sino que es capaz de correr su auto a velocidades inimaginables incluso para una persona que sí puede ver. (¡Ningún trabajo es deshonra! Joven se gana la vida conduciendo taxi en Medellín)
Kant es un corredor de 48 años que a solo dos años de tener medio siglo de vida, no ve nada. Además, sufre una sordera entre moderada y severa, resultado de una enfermedad congénita llamada retinitis pigmentosa que poco a poco fue quitándole la vista hasta quedar totalmente ciego en el año 2005.
“Cuando me quedé ciego, decidí que eso no iba a detenerme”, expresó en entrevista con la BBC Mundo. Y sí que lo logró. Desde niño fue amante de los carros y tiene un taller de carros en Lima donde hace el mejor de los trabajos con todo tipo de autos.
Cuando perdió la vista tuvo que dejar de conducir, pero un amigo suyo le devolvió la esperanza. “Un día le dije a Piero, ‘quiero montar en tu carro’. Me dijo ‘ ¡claro, cuando quieras te doy una vuelta’. No me había entendido. Tuve que insistirle: ‘Piero, quiero manejarlo yo'”, fue la conversación con su amigo Piero.
Desde ahí nadie lo paró y viaja con Piero como copiloto para que le vaya indicando cosas como frenar, girar a la derecha o izquierda, etc. “Cuando me golpeo el brazo insistentemente significa ‘para, loco, que nos matamos'”, expresó a la BBC Mundo.
Ahora, logró alzar el auto a 189 km/h, demostrando que los límites existen sólo en la mente.
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