En Colombia, existen algunas regiones que son reconocidas por haber sido el hogar de especies prehistóricas y en donde actualmente se han hecho excavaciones y análisis que permiten conocer aquellos animales que habitaron el país hace millones de años. Uno de los lugares que ha sorprendido por su riqueza geológica es el municipio de El Peñón, en Santander.
En una caverna del municipio, un grupo de expertos descubrió un cementerio fósil en el que había piezas óseas pertenecientes a varios animales, entre ellas un posible ‘Megatherium’ o perezoso gigante.
Aquel yacimiento había sido descubierto por la Sociedad Colombiana de Espeleología en 2011 y, desde entonces, no habían sido excavados por ninguna autoridad. Sin embargo, este año antes del inicio del aislamiento obligatorio, un grupo de expertos del Servicio Geológico Colombiano, visitó la zona para determinar a qué especie pertenecen los restos fósiles. (Descubren hongo en el Amazonas que se alimenta de plástico)
Según el Servicio Geológico Colombiano, la mayoría de piezas corresponden a restos de perezosos de la familia ‘Megalonychidae’. Sin embargo, podrían corresponder a una nueva especie de esta familia. Otros restos encontrados en la caverna corresponden a mamíferos ungulados y mamíferos de pequeño tamaño aún no identificados, posiblemente roedores o zarigüeyas. (¡Los fósiles del desierto de la Tatacoa están a salvo! Este hombre protege a 1.500 especímenes)
Estos restos son de gran importancia porque permiten conocer más sobre la fauna de esa época en esta zona del país, incluso presenta una nueva información para el contexto sudamericano. Por el momento, los fósiles permanecen en el museo y se espera que tan pronto termine la emergencia sanitaria en el país se pueda concluir el estudio.
Los perezosos gigantes eran originarios de este continente y se diversificaron en diversos ambientes, alcanzando en algunos casos tamaños gigantescos como en el caso del Megaterio que pesaría de 3 a 4 toneladas y alcanzaba los 6 metros de largo. Otra particularidad es que se pudo comprobar que estos animales se podían desplazar en dos patas, tal como lo demuestran las huellas halladas. (La tortuga más grande del mundo vivió en Colombia y pesaba más de una tonelada)
También tenían grandes garras, que se cree usaba para desgajar las ramas de los árboles de esos tiempos como los talas o algarrobos, para así poder comer de sus hojas. Esto último se puede suponer debido a la forma de su paladar, que es estrecho y sugiere que era muy selecto para elegir su alimento, compuesto de frutos y hojas de los árboles, aunque no se descarta que se alimentara de vegetales más duros como los pastos.
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