En las profundidades de la exuberante selva colombiana se encuentra un tesoro natural que combina belleza y peligro en igual medida. Se trata de la Phyllobates terribilis, una diminuta rana que pesa menos de 30 gramos y es considerada la especie animal más venenosa del mundo.
Su presencia en Colombia ha llamado la atención de científicos y entusiastas de la vida silvestre por igual.
La Phyllobates terribilis, conocida también como “la rana dorada o venenosa”, se caracteriza por su llamativo colorido que va desde el amarillo brillante hasta el naranja intenso. Aunque su apariencia podría sugerir fragilidad, esta pequeña rana alberga en su piel un potente veneno que la convierte en un ser letal.
El veneno contiene una toxina conocida como batracotoxina, una de las sustancias más venenosas y letales que se conocen en el reino animal. Se estima que la cantidad de veneno presente en una sola rana podría ser suficiente para matar a más de 20 seres humanos adultos. Su toxicidad es tal que los nativos Emberá-Chamí, una comunidad indígena de Colombia, solían utilizar el veneno de esta especie para envenenar las puntas de sus flechas para la caza.
A pesar de su mortal veneno, la Phyllobates terribilis no es agresiva y rara vez representa un peligro para los humanos en su entorno natural. Su colorido brillante es en realidad una advertencia para los depredadores, indicando que su piel está impregnada de una sustancia altamente tóxica. Esta estrategia de defensa, conocida como aposematismo, es común en diversas especies animales que utilizan colores llamativos para advertir a otros organismos que están armados y son peligrosos.
Habita en las selvas tropicales del suroeste de Colombia, especialmente en las regiones de Chocó, Cauca y Valle del Cauca. Estos lugares, ricos en biodiversidad, brindan el hábitat ideal para esta especie. Se ha observado que estas ranas tienden a vivir en pequeñas comunidades, en áreas donde la humedad y la vegetación abundan.
Si bien, la Phyllobates terribilis es una especie fascinante, su situación actual plantea preocupaciones de conservación. La deforestación y la pérdida de hábitat amenazan su existencia, lo que ha llevado a que se incluya en la lista de especies en peligro de extinción.
La presencia de esta rana venenosa en Colombia es un recordatorio del increíble valor de la biodiversidad de nuestro país. Nos insta a tomar medidas para proteger y conservar los ecosistemas que albergan a estas especies únicas y valiosas.
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