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Especialistas explican cómo afrontar el duelo emocional tras una separación y cuándo acudir a un psicólogo para recuperar el equilibrio mental y emocional.
Terminar una relación de pareja es uno de los eventos más desafiantes a nivel emocional. Ya sea tras una relación corta o una historia de años, una ruptura amorosa puede desencadenar tristeza profunda, ansiedad, insomnio y sensación de vacío. Aunque es un proceso natural de duelo, no siempre es fácil atravesarlo solo. Entender las etapas y saber cuándo buscar ayuda psicológica profesional puede marcar la diferencia en el proceso de sanación.
Cuando una relación termina, se rompe también un proyecto de vida compartido. Esta pérdida activa mecanismos similares al duelo por la muerte de un ser querido. La mente y el cuerpo reaccionan con angustia, frustración, negación o incluso enojo. “No solo se extraña a la persona, también lo que se soñaba con ella”, explican los psicólogos.
1. Permitir el dolor:
Negar lo que se siente solo prolonga el sufrimiento. Llorar, sentirse vulnerable y expresar lo que duele es el primer paso para sanar.
2. Evitar el contacto inmediato:
Tomar distancia, al menos temporal, ayuda a romper los lazos emocionales y a recuperar la claridad mental. Esto incluye redes sociales.
3. Reconstruir la rutina:
Volver a actividades que generen bienestar —como el ejercicio, leer, caminar o compartir con amigos— favorece la estabilidad emocional.
4. No idealizar a la expareja:
Recordar que toda relación tiene altos y bajos permite ver el vínculo con objetividad y romper el ciclo de dependencia emocional.
5. Fortalecer la autoestima:
Reconectar con uno mismo, identificar fortalezas personales y cuidar el diálogo interno son fundamentales para evitar recaídas emocionales.
Aunque es normal sentirse mal por semanas o incluso meses, existen señales que indican que la persona no está gestionando adecuadamente el duelo y podría necesitar acompañamiento profesional:
El dolor emocional interfiere en la vida cotidiana (trabajo, sueño, alimentación).
Hay pensamientos recurrentes de culpa, rencor o inutilidad.
Aparecen síntomas de ansiedad o depresión prolongados.
Se pierde el interés por actividades que antes se disfrutaban.
Se desarrollan conductas de riesgo como consumo excesivo de alcohol, aislamiento extremo o autolesiones.
En estos casos, acudir a un psicólogo o terapeuta especializado en procesos de duelo o rupturas sentimentales puede ofrecer herramientas prácticas y un espacio seguro para procesar el dolor.
Superar una ruptura no significa olvidar o reprimir, sino entender, aprender y crecer emocionalmente. Con el tiempo, el corazón se fortalece y la persona se reconecta con nuevas formas de amor: por sí misma, por sus proyectos y eventualmente, por nuevas relaciones.
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