Imagen: integracionsocial.gov.co
Don Rafael, como le llaman sus conocidos, nunca tuvo un par de patines. En entrevista, contó: “cuando era un niño, recuerdo, me encontraba patinando en la calle, pero de a uno, nunca los dos, ensayaba, hacía maromas, pero de ahí no pasaba. Nunca tuve una parejita, hasta ahora de viejo, era el momento de aprender”.
Los trabajos que ha tenido Rafael han sido tan variados como curiosos, pero nunca fáciles. La necesidad lo ha llevado a ejercer en ebanistería, jardinero o cambiando billetes por monedas en los antiguos buses de Chapinero, oficio que se acabó con la llegada del TransMilenio y que lo dejó sin “para un pan”. (¡Nunca es tarde! Abuelo de 87 años obtuvo su título universitario al tiempo que su nieta)
Ni con el trabajo ni con el transporte se ha quedado ‘varado’, pues siempre se las ha ingeniado para lograr movilizarse por la fría y gran ciudad. Narró que solía movilizarse en bicicleta, pero tuvo que dejar de utilizarla porque empezó a enfermarse de la próstata, “la vibración era lo que me estaba afectando y no me permitía sanar, llevaba como 20 días en eso. Santo remedio”.
Allí fue cuando recordó que tenía unos patines que pensaba vender en el mercado de las ‘pulgas’ y, con la recursividad que le ha salvado la ‘patria’ mil veces, empezó a movilizarse en ellos después de arreglarlos. Desde allí, muchas personas le distinguen por su destreza, notable para su edad, e incluso le han dicho que está loco: “unos dicen que estoy loco de remate, pero yo les digo que esto es una cura para el alma”, asevera Don Rafael con el humor que lo caracteriza. (Abuelo regala dos gallinas al médico que lo operó de la próstata ¡Noble gesto!)
La vida de Gómez nunca ha sido fácil, por lo que, con una sonrisa y la mejor actitud, ha tenido que ‘guerrearla’ para salir adelante con su familia. Vive en una pequeña casa en un lote de su madre, y allí, a raíz de la cantidad de ratas, ha tenido que adoptar gatos para que lo resguarden.
Según cuenta, ha atravesado situaciones complejas en su vida. Confiesa que “hubo momentos en los que me sentí un ser inservible, pero una voz me decía que me activara y yo le hacía caso”. Sin embargo, él, con la alegría que le caracteriza, disfruta de jugar ajedrez con sus amigos del centro comunitario porque le contaron que podía prevenir el Alzheimer, así que siempre se ‘echa’ unas partidas después de almorzar. (Egan conmovió las redes sociales con emotivo mensaje para los abuelos del país)
No toma medicinas porque dice que ‘malacostumbra’ al cuerpo y prefiere no temerles a las enfermedades. “Los dolores son señales de que estamos vivos y que tenemos que hacer algo para sanarnos. Yo lo hago y me funciona”. Don Rafael: un personaje.
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