Indígena del Putumayo logró que su nombre ancestral apareciera en la cédula
Tras una batalla jurídica que se extendió por dos años, Paknam Kɨma logró que su documento de identidad llevará su nombre ancestral.
A través del Consejo de Estado, y luego de un proceso que se extendió por dos años, Paknam Kɨma Pai logró que la Registraduría rectifica su nombre agregando la letra ɨ al sistema, y que quedara legalmente deletreado en su documento de identidad.
La joven es una mujer que pertenece a los awás, del resguardo ɨnkal Awá Katsa tɨ de Villagarzón (Putumayo), pueblo que ha sufrido por la violencia, el desplazamiento y los asesinatos.
Su historia es inspiradora, pues con sus hermanas, son las únicas mujeres del resguardo que lograron estudiar y recibir un título profesional lejos de casa, graduándose como abogada en la Universidad de Nariño, con beca para posgrado en Derecho en la Universidad Andina Simón Bolívar (Ecuador) y maestría en Antropología en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en Ecuador. (La Sierra Nevada tiene su primera estación de bomberos indígenas)
Esto significa el nombre Paknam Kɨma Pai, de esto querían despojarla al no reconocer sus derechos lingüísticos. pic.twitter.com/KjozdMsip3
— mariana florian (@papeldetrapo) October 6, 2022
Quiso ser abogada movida por el deseo de justicia para su pueblo, una mente crítica que llegó a la conclusión de que merecía llevar su nombre ancestral en la cédula, y no el nombre en castellano que usaba, Olga Viviana.
Inició el proceso
Por ese motivo, en el 2021 inició el proceso para que la Registraduría cambiará su nombre por el de Paknam Kɨma Pai, agregando la letra del idioma awapit, mismo que ganó en el pasado 5 de octubre del 2022, cuando se le ordenó a la entidad expedir el nuevo documento. (Pueblos indígenas son los mejores protectores de los bosques en América Latina)
“Mis abuelos y otros mayores me contaron que anteriormente se ponía un nombre en awapit y luego se hacía el proceso de bautizo con agua, como el católico, para los recién nacidos. Como hemos sido evangelizados y nuestra cultura tan diabolizada, nuestras comunidades comenzaron a dejar los nombres originales y a poner los nombres en castellano. Era el cura el que tenía que poner el nombre. Cuando iban a la Registraduría, como no entendían tampoco estos nombres e idiomas, volvían a tomarlos en tono de burla y les ponían el nombre que ellos consideran ‘lo bien’”, explicó para El Espectador y Colombia+20.