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En Bogotá, existe desde hace tres años la Fundación Social Abran a Jesucristo, la cual es liderada por Carlos Enrique Tobón Tamayo, una persona que decidió dedicar su vida a recoger abuelos abandonados o en malas condiciones de salud, para darles una vida lo más digna posible. El periódico El Tiempo realizó una crónica de la cual queremos presentarte los datos más relevantes y conmovedores.
Carlos desde que vivía en Antioquia estuvo ligado a las obras benéficas, y según el artículo: “Durante años ha estado vinculado a la Unidad Social San Luis María de Montfort, que opera en Choachí, Cundinamarca, ayudando a los abuelos con diligencias, medicamentos, entre otras cosas. De ellos nació también la inspiración para erigir su proyecto misional”.
Nació cuando de los propios recursos de Carlos, fue posible habilitar un segundo piso en una casa del barrio Lourdes de Bogotá. Adecuó un patio, cambió tejas para que entrara la luz del sol, instaló rampas, pasamanos y construyó más habitaciones. Después de contar con un sitio apropiado, salió a buscar ancianos que viven en las calles o en condiciones de vulnerabilidad.
“Yo me la paso para arriba y para abajo en mi moto y ahí es cuando más abuelos veo en la calle. Le puedo decir que de 100 que hay, solo 4 o 5 quieren estar institucionalizados”, comenta al medio de comunicación y asegura que la razón es por la limosna.
Carlos asegura que la mejor paga es verlos felices y, por eso, en medio de varias historias que describen en la crónica, destacamos un ejemplo de su gran bondad. Permitió que una señora de 78 años que estaba enferma, a quien conoció en el hospital Santa Clara, se fuera a vivir a la fundación con su pareja. “La idea era que el señor de 88 se fuera a vivir a una pieza en el barrio Santa Fe. Yo le dije: tengo un problema, me los llevo a los dos o a ninguno. Les vi las caras de alegría, me los cargué y aquí los tengo”.
Actualmente tiene a cargo 16 hombres y 5 mujeres de la tercera edad. Por lo general Carlos suple todos los gastos como mercado, implementos de aseo y servicios públicos de su propio dinero; aunque a veces recibe algunas donaciones.
“El mercado lo hago en la plaza de Las Cruces, el jueves, entre 9 y 11 de la noche, porque es más barato; y el viernes los que físicamente pueden deben ayudar a arreglar el mercado. Unos la cebolla, otros la papa”. La intención es que tengan actividad y se sientan útiles. Se resalta que es una casa de puertas abiertas, en donde “Los que se sienten bien pueden salir de 8 a 5, sin problema”, afirma Carlos.
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