La crueldad de mantener a los animales atados o en cautiverio es innegable, ya que contradice su naturaleza esencialmente libre. Los animales, en su estado natural, están diseñados para vivir en ambientes amplios y explorar su entorno de manera activa. Al privarlos de esta libertad, se les impide llevar una vida plena y se les somete a sufrimiento físico y psicológico.
Amarrar o encadenar a los animales restringe severamente su movimiento, limitando su capacidad de ejercitarse, explorar, socializar y expresar su comportamiento natural. Este confinamiento forzado conlleva estrés, aburrimiento y frustración, lo que puede manifestarse en problemas de salud, trastornos de comportamiento y un deterioro general de su bienestar.
De manera similar, mantener a los animales en cautiverio en zoológicos, acuarios u otras instalaciones con fines de entretenimiento, aunque a menudo justificado como una medida de conservación o educación, también implica una forma de crueldad. Aunque algunos esfuerzos pueden centrarse en brindar un cuidado adecuado, la realidad es que estos espacios restringidos no pueden ofrecer la diversidad y amplitud de un entorno natural.
La viva imagen de este sentimiento se hizo viral en los últimos días gracias a un video de TikTok, el cuál demostró que los animales también sienten hasta el punto de ser capaces de llorar de alegría.
Se trata del burrito ‘Leonardo’, que vivía en una Chabola de Sevilla, España, junto a una familia que estaba lejos de darle la vida que se merecía. Al parecer, el animal era sometido a un maltrato constante ya que no le daban agua ni comida y lo mantenían amarrado todo el tiempo.
“Leonardo estaba atado sin poder moverse, sin alimentación, sin agua, con una vida de maltrato que duró 8 años”, explicó Ismael López Dobarganes, fundador de Santuario Gaia a ‘Telecinco’.
Sin embargo, contó con la suerte que su familia tuvo que mudarse de vivienda y no podían llevarlo, por lo que contactaron con la presidenta de la antigua protectora de animales de Osuna, en Sevilla, que los puso en comunicación con la Fundación Santuario Gaia.
Así, llevaron a Leonardo a su nueva casa ubicada a más de 1000 km, donde le trataron una uveítis que tenía en el ojo, heridas en el cuerpo y una úlcera.
El momento del llanto quedó en video cuando le quitaron el arnés y le dijeron que podía correr libre por un amplio campo. El animalito rebuznó sonoramente y le salieron lágrimas de sus ojos.
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