Colombia ha sido el epicentro de atención para los amantes de los felinos y los expertos en la materia, ya que se ha descubierto una nueva especie de felino en el país. El responsable de este emocionante hallazgo es el especialista en genética y evolución, Manuel Ruíz-García, quien dedicó más de dos décadas de su vida tras la pista de este escurridizo animal, hasta ahora desconocido para la ciencia.
La noticia del descubrimiento ha generado un gran revuelo en el ámbito científico y ha despertado el interés de la comunidad internacional. Actualmente, se conocen 38 especies de felinos en el planeta, y este nuevo hallazgo añade una más a la lista.
La historia comienza cuando Ruíz-García paseaba junto a un estudiante por las colecciones biológicas del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, en Villa de Leyva. Mientras examinaban los estantes y revisaban cajón tras cajón las numerosas pieles de otros felinos, algo llamó la atención del investigador. Al llegar a la gaveta de los tigrillos, sacaron las pieles y las colocaron una al lado de la otra. Fue en ese momento que Ruíz-García se percató de que una de las pieles era muy diferente a las demás. (Por primera vez encuentran un felino silvestre albino en Colombia)
La piel en cuestión presentaba un pelaje denso y lanudo, con tonos rojizos que se oscurecían en la cabeza y el cuello. Su forma también era distintiva, con una cabeza chata y redondeada, en contraste con el hocico prominente de los tigrillos. Esta muestra había sido recolectada en el páramo del volcán Galeras y donada al antiguo Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (Inderena) en 1989.
“En un primer momento, pensé que esta piel pertenecía a un gato del pajonal o colocarlo registrado en el sur de Colombia”, comentó el investigador a Pesquisa Javeriana. Con el objetivo de obtener más información, Ruíz-García tomó una pequeña muestra de la piel y la utilizó para secuenciar el ADN del individuo. (Colombia y sus estrategias para cuidar al jaguar, el felino más grande de América)
Durante varios años, el especialista recolectó muestras de otras especies de felinos similares al tigrillo que habitaban en América Central y del Sur, hasta contar con un número suficiente para comparar el ADN de la piel misteriosa. Sin importar qué tipo de marcadores se utilizaran en el análisis, el resultado era siempre el mismo: este ejemplar no se agrupaba con los otros tigrillos, sino que aparecía junto a dos especies de felinos manchados del sur del continente, el Huiña y el gato de Geoffroy.
Este hecho sólo podía significar una cosa: se trataba de una nueva especie de felino. Manuel Ruíz-García decidió nombrar al Gato de Nariño (Leopardus narinensis) en honor a la región colombiana donde se encontró. Sorprendentemente, el Gato de Nariño se separó de sus parientes más cercanos, el Huiña y el gato de Geoffroy, hace aproximadamente un millón de años.
El descubrimiento de esta nueva especie es un hito importante para la ciencia y resalta la importancia de la conservación de la biodiversidad en Colombia. Además, pone de manifiesto la necesidad de continuar investigando y explorando nuestro entorno natural, ya que aún pueden existir numerosas especies por descubrir en nuestro país y en el mundo entero.
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