Imagen: Twitter @JerezSandoval
En el corazón de Putumayo, en el resguardo Inga Yunguillo, un grupo de doce futbolistas indígenas se reúne regularmente para entrenar y competir en campeonatos locales. Conocido como ‘Warmikuna’, que significa ‘en las mujeres’ en su lengua materna, este equipo es el resultado del arduo trabajo de Rossy Katherine Muchavisoy, una psicóloga y activista indígena de 23 años.
Rossy, miembro de la tribu Inga, ha estado involucrada en procesos políticos desde temprana edad, luchando por los derechos de los pueblos originarios y las mujeres. En 2020, decidió crear la primera escuela de fútbol exclusivamente para mujeres indígenas en el departamento.
Su objetivo era fortalecer el liderazgo, el bienestar emocional y la participación de las mujeres en espacios públicos. (El jugador colombiano que pasó hambre y ahora vale $21 mil millones, gracias a Cuadrado)
El cierre del resguardo debido a la pandemia de COVID-19 en 2020 obligó a la comunidad a reinventar su forma de convivencia. Con los campeonatos deportivos suspendidos y la prohibición de entrada y salida del resguardo, Rossy vio la oportunidad de convocar a las mujeres interesadas en el fútbol.
A pesar de la reticencia inicial de la población y los comentarios hirientes, Rossy perseveró en su misión de desafiar las creencias machistas arraigadas en la comunidad.
Después de meses de arduo trabajo, Rossy sorprendió a las integrantes de ‘Warmikuna’ con dos tardes de entrenamiento a cargo de Daniela Henao, futbolista colombiana de La Equidad. Estas sesiones no solo les brindaron habilidades futbolísticas, sino también un espacio seguro para expresarse libremente y mejorar su bienestar emocional. (Colombiano rompe récord al subir tres veces el Alto de Letras, en 24 horas)
El impacto de ‘Warmikuna’ ha sido significativo tanto a nivel individual como comunitario. Las jugadoras han fortalecido su liderazgo, ganando confianza en sí mismas y rompiendo barreras de género en el campo de juego. Además, su participación en campeonatos locales ha demostrado que el fútbol no es exclusivamente para hombres y ha fomentado una mayor inclusión y reconocimiento de las mujeres indígenas en la sociedad.
Rossy y las jugadoras de ‘Warmikuna’ continúan desafiando estereotipos y trabajando arduamente para promover la igualdad de género y los derechos de los pueblos indígenas en la región. Su iniciativa ha sido un faro de esperanza y empoderamiento para las mujeres indígenas en Putumayo, inspirando a otras comunidades a valorar y apoyar los talentos y habilidades de las mujeres en todos los ámbitos de la vida.
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