La colombiana Sandra Lorena Arenas hizo historia al quedarse con la medalla de plata en la disciplina de los 20 kilómetros marcha de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Arenas registró un tiempo de 1:29:37 y sumó la quinta medalla de la delegación colombiana en estas justas.
Esta mujer de 27 años, dejó en alto la bandera de Colombia en Tokio y se convirtió en un referente de la marcha en el país al participar en sus terceras olimpiadas; ya había participado en Londres 2012 y Río 2016, pero en Tokio 2020 logró lo que siempre buscó, estar entre las tres mejores marchistas del planeta. (Anthony Zambrano, el hijo de La Guajira que domó el viento y se bañó de plata en Tokio)
Sandra logró el oro en los Juegos Bolivarianos del 2017 y se alzó con el oro en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. En su casa en Medellín, tiene una exhibición con las más de 100 medallas que ha ganado en sus competencias.
Sandra Lorena era acolita en la parroquia en Calarcá, Quindío. El padre Jhonatan Darío García la preparaba para su confirmación y durante ese tiempo, en el municipio hicieron una carrera en la que ella participó. Después de la prueba, García habló con Sandra y le dijo que siguiera en el deporte, pero a ella no le interesó.
En 2009 se mudó a Medellín y el padre aún le insistía que iniciará una carrera deportiva. Arenas asistió al Instituto de Deportes y Recreación de Medellín, donde conoció al técnico del fondo y semifondo, Libardo Hoyos, que le advirtió que si quería asistir a los entrenamientos, debía hacerlo a diario, o si no que no volviera.
Pero con la ‘berraquera’ de salir adelante, aceptó la propuesta y aunque no sabía qué era la marcha atlética, decidió entrar en la categoría de los 5.000 metros.
Sandra Lorena Arenas nació en Pereira el 17 de septiembre de 1993, se crió en medio de los hermosos cafetales. Sus padres trabajaban en fincas cafeteras por lo que siempre tuvo que ayudar con las tareas del campo.
Una de sus características es su mal genio, el ser de carácter fuerte, ha servido para que sea determinada y cumpla sus sueños.
“Soy de mal genio, y eso me ha servido para mi carrera porque es un impulso. No le hago daño a nadie; la ira la utilizo para que me vaya bien, para aguantar, es un combustible de motivación”, aseguró Sandra Arenas al periódico El Tiempo.
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