El día cuando el ‘Profe’ Montoya le regaló a un campesino una vaca lechera para que alimentara a sus hijos
En el libro ‘El Campeón de la Vida’, escrito por Jaime Herrera, recuerdan algunas anécdotas del exentrenador de fútbol.
Sin duda Luis Fernando Montoya es una de las personas más queridas y elogiadas por toda Colombia, no solo por su importante labor en el ámbito deportivo, sino por las enseñanzas que dejaba fuera de las canchas.
En el libro ‘El Campeón de la Vida’, escrito por Jaime Herrera Correa, se cuentan algunas infidencias de lo que fue la etapa como entrenador del equipo Once Caldas, conjunto que llevó a ser campeón de la Copa Libertadores en 2004.
Aunque muchas referencias son netamente deportivas, otras tantas también habla de cómo era el día a día de Luis Fernando Montoya fuera de las canchas, donde disfrutaba como una persona del común. (La otra faceta de Mariana Pajón, “Embajadora de la Reconciliación” en Colombia)
Recuerdos y anécdotas
El amor que despertó el entrenador en toda la población de Manizales era tan grande que llegó a regalar una vaca a un campesino para que pudiera alimentar a sus hijos.
“Culminadas las prácticas, Fernando también subía a Chinchiná a visitar a una familia campesina que tenía varios niños y se ponía a jugar con ellos; pero una vez llegó y el papá de los muchachos le dijo que estaba muy triste, porque los patrones habían vendido todo el ganado y ya no habría más leche en la casa. De inmediato llamó a los dueños de esa finca y les pidió permiso para que les dejara regalarle una vaca, con ternero, al campesino y así los niños siempre tuvieron leche mientras él estuvo allá”, indicó su amigo Kocsis, durante esta entrevista en el libro.
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En el libro, hay algunos recuerdos del entrenador caldense, uno de ellos es su costumbre al terminar los entrenamientos con el equipo, en donde compartía con un reciclador y un amigo que arreglaba radios antiguos.
“Un reciclador, a quien le dicen Chicharra, siempre me cargaba la maleta cuando iba a la concentración; después de los entrenamientos me iba para el taller de Don Armando, a ver arreglar radios viejos, mi pasión, y tomaba tinto mientras lo veía trabajar”, recordó Luis Fernando Montoya en este libro.
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