Con un gran regalo, soldados alegraron a niño que jugaba con una bicicleta sin llantas
El pequeño niño sueña con ser ciclista profesional y representar a Colombia en las grandes carreras.
Además de proteger a los colombianos, el Ejército Nacional ha sido protagonista en diferentes ocasiones por su labor social y el cuidado al medio ambiente. Esta vez, fue un grupo de soldados del Batallón de Ingenieros de Desminado Humanitario No. 4 que adelantan tareas en el municipio de Aguazul en Casanare, quienes hicieron feliz a un niño de seis años.
Ángel es un pequeño que vive en la zona rural de Aguazul junto a sus padres. A pesar de su corta edad, ha tenido un sueño claro, quiere convertirse en ciclista profesional. Sin embargo, debido a la situación económica de su familia no había tenido una bicicleta y por esa razón, no sabe tampoco montar. (La niña de Corinto (Cauca) que a sus 14 años viajará a la NASA)
El niño encontró una bicicleta abandonada en uno de sus paseos por las montañas del municipio, y aunque la cicla no tenía llantas, Ángel decidió utilizarla para jugar y para movilizarse.
“Mi hijo desea ser ciclista y por ahí se topó con una bicicleta dejada por otros niños cuando vivían en la zona. Pues él se apegó de esa bicicleta y por ahí anda para arriba y para abajo, y pues él inventaba para llevársela al colegio, pero nosotros le dijimos que no, porque no daba formas para que él tuviera eso ahí en la escuela”, señala José Ángel Vargas, padre del menor.
La historia del pequeño fue conocida por los integrantes del equipo de Estudios No Técnicos del Ejército Nacional, quienes no dudaron en reunir recursos para comprarle una bicicleta nueva que muy seguramente compartirá con sus dos hermanos. (Francisco Vera, el niño ambientalista que es embajador de Buena Voluntad de la UE)
El sargento segundo Alexander Barbosa, líder de Desminado Humanitario, narra cómo junto con sus compañeros decidieron unirse a esta noble causa: “Hace unos días con mis compañeros, desarrollando tareas de Estudios No Técnicos en la vereda Volcán Blanco, nos encontramos a Ángel cuando transitaba por las trochas de esta vereda. Al ver a Ángel fue inevitable no recordar a mis hijos y pensar que muchas veces no somos agradecidos con todo lo que la vida nos da. Decidimos los Equipos No Técnicos que nos encontramos en el sector reunir todos los esfuerzos necesarios para concederle esta alegría a Ángel de poder disfrutar esta bicicleta”.
Fue así como el día de tener una bicicleta con la cual pudiera entrenar, sin miedo a que las ruedas quedaran enterradas, llegó para Ángel. (Familia colombiana emprende y triunfa en Francia vendiendo tamales)
Al recibir su nueva bicicleta, la sorpresa fue tan grande que solo pudo decir: “Muchas gracias, Dios los bendiga donde quieran que vayan”.
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