Don Rafael, el abuelito que a sus 72 años aprendió a montar patines para ganarse la vida
La edad no fue un impedimento para que este adulto mayor saliera adelante, a pesar de las dificultades.
La historia de Rafael Enrique Gómez, es de esas que despiertan ternura, que inspiran y llenan de esperanza a la comunidad, debido a la verraquera con la que enfrenta la vida. El adulto mayor de 72 años es residente en Usaquén, barrio donde nació la necesidad de transportarse ahorrando dinero en el día a día.
“Siempre he sido pobre. Cuando era un pelao, recuerdo, me encontraba patines en la calle, pero de a uno, nunca los dos, ensayaba, hacía maromas, pero de ahí no pasaba. Nunca tuve la parejita, hasta ahora de viejo. Era el momento de aprender”, inició narrando el abuelito en entrevista exclusiva con El Tiempo.
Nacido en Turmequé, Boyacá, este señor personaje se hizo tendencia en redes y despertó muchos comentarios debido a que aprendió a montar patines a su avanzada edad, un logro que muy pocas personas llegan a alcanzar en su vida, incluso siendo jóvenes. (Municipio en Boyacá usa dinero de fiestas para remodelar hogar que alberga abuelitos)
Su secreto para aprender: una vida llena de obstáculos que superó uno a uno. De pequeño estudió en muchas escuelas de los barrios marginales de Usaquén, luego, hizo cursos en el Sena y es técnico en refrigeración y en electricidad doméstica; luego, empezó a trabajar cambiándoles los billetes por monedas a conductores de busetas informales en Chapinero, hasta que Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) y TransMilenio y lo dejó de brazos cruzados.
Empezó el martirio
Luego de 10 años desempeñándose en esa labor, don Rafael se quedó sin qué hacer, y sin dónde conseguir dinero para su diario vivir. “Yo vivo en el barrio Cerro Norte, en Usaquén, y ahí sufrimos mucho por el transporte, entonces me ha tocado ingeniármelas”, narró a el Tiempo. (Abuelito recicla para ganarse la vida en Bogotá y es ejemplo de trabajo duro)
Fue así como se decidió a aprender a montar en patines (un proceso en el que se llevó muchos golpes) y convertirse en un veloz domiciliario, que hace los mandados que la gente le pida a cambio de módicas sumas de dinero.
“Unos me dicen que es un buen ejemplo el que estoy dando, otros, que estoy loco de remate, pero yo les digo que esto es una cura para el alma”, expresó al mismo diario.
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